Existen muchos programas que te ayudan a ordenar tus fotografías, pero yo prefiero hacer ese proceso manualmente. Primero porque soy un poco receloso con ciertas aplicaciones de terceros, ya que no me queda del todo claro el uso que pueden hacer de mis datos. Y, en segundo lugar, porque haciendo ese procedimiento de forma artesanal, por así decirlo, tengo absoluta libertad a la hora de organizar las fotos según mi criterio. En este artículo te explico el método que he utilizado durante años, con muy buenos resultados.
1. Renombra las fotos
Cada cámara o móvil le asigna un nombre automático a las fotografías. Mi Canon les da un número del 1 al 9.999 y cuando llega a 10.000 empieza desde el principio. A la hora de almacenarlas no me resulta un sistema práctico. Además, con esa numeración acabas teniendo una o varias imágenes con el mismo nombre.
Para evitar duplicidades, identifico cada foto de acuerdo con su año, mes y día de captura, más un número correlativo para diferenciarla de otras imágenes que haya podido tomar el mismo día. Es decir, si realizase una fotografía hoy, 5 de abril de 2022, la denominaría de la siguiente forma: 22-04-05_01 (año-mes-día_número). De esta manera, los archivos quedan automáticamente organizados por antigüedad y conozco inmediatamente la fecha en la que hice cada fotografía, sin tener que consultar los datos grabados en la misma.
Si tienes material anterior al año 2000, tal vez podría interesarte ampliar los dígitos del año de dos a cuatro, para mantener la organización por antigüedad de la que te hablaba. Una foto de 1999 podría quedar así: 1999-02-27_01. De este modo se colocaría antes que la del ejemplo anterior, que estaría denominada como 2022-04-05_01. Si no tienes ficheros del pasado siglo, entonces es preferible limitar los dígitos a dos, más que nada para simplificar la nomenclatura.
2. Organiza por carpetas
Aquí está una de las grandes claves para que todo esté en orden. En primer lugar, organizo las carpetas por año: 2020, 2021, 2022… Dentro de cada año, creo una carpeta por cada reportaje que realizo. Si hoy hubiera fotografiado el nacimiento del río Cuervo en Cuenca -un buen plan, por cierto-, nombraría la carpeta siguiendo las pautas de año, mes y día, e identificaría su contenido para una rápida localización. Quedaría de esta forma: 22-04-05 Nacimiento del río Cuervo. Y las fotos de su interior: 22-04-05_01, 22-04-05_02, 22-04-05_03…
También puedes separar las carpetas por temáticas. Si por ejemplo eres muy aficionado a la fotografía de paisajes y vida silvestre puedes crear una carpeta Naturaleza, otra para tus fotos personales llamada Familiares, otra de arquitectura… Así es como lo hago yo y dentro de estas carpetas principales creo las subcarpetas con los años (2021, 2022…). Esto hace que el esquema sea más complejo, pero tiene muchos beneficios a la hora de localizar una fotografía y, en general, de manejar tu archivo. Siguiendo con el ejemplo de antes, las fotos del nacimiento del río Cuervo las organizaría así: Naturaleza/2022/22-04-09 Nacimiento del río Cuervo/
3. No almacenes fotos que no merezcan la pena
En una ocasión, alguien que había ganado un concurso importante de fotografía, en una entrevista en algún periódico que no recuerdo, hablaba de «foto eficiencia» para destacar que era más valiosa una buena fotografía que varias regulares. Estoy totalmente de acuerdo con esto, aunque entiendo que es discutible y así me lo han manifestado amigos fotógrafos.
Lo que sí considero que cualquiera debería preguntarse es si verdaderamente merece la pena guardar ingentes cantidades de fotos. Cuando veo los álbumes de fotos en papel de mis padres, en realidad no tienen demasiadas fotos de ningún viaje que hayamos hecho y, sin embargo, no echo en falta nada. Lógicamente, en la era digital tenemos la gran ventaja de no estar limitados por un carrete y poder fotografiar algo desde distintas perspectivas, con diferentes exposiciones o aperturas. Esto es muy útil cuando hay poca luz y puedes tener un problema de trepidación en alguna toma.
La cuestión es si merece la pena guardar cuatro o cinco fotos similares del mismo edificio o es preferible quedarse con la mejor. Y eso, claro está, depende de los criterios de cada uno, pues con las capacidades de los discos duros actuales, e incluso de algunos SSD, ya no hay problemas de almacenamiento. En mi caso, prefiero guardar solo las fotos que verdaderamente me dicen algo. Así, cuando recuerdo unas vacaciones, no me aburro viendo dos mil fotos, sino que tengo los mejores momentos y me resultan más que suficientes para evocar ese momento. A veces, menos es más.
4. Haz copias de seguridad siempre
A esto le voy a dedicar un artículo más adelante, porque es un tema que da para hablar largo y tendido. Ya sea en un disco interno de tu ordenador, en uno externo o en la nube, siempre debes realizar copias de tus fotos. Si haces dos copias en dos sitios diferentes, mejor que una.
Lo de disco duro es más que nada por la carcasa, porque, a veces, se rompen de la noche a la mañana. Puede suceder que los datos empiecen a corromperse o que un disco externo no arranque. Y la recuperación de datos por empresas especializadas es muy cara, incluso te arriesgas a perder parte de la información. De modo que, cada vez que descargues imágenes de tu cámara, incluso si aún no las has revelado o renombrado, no dejes de hacer, por lo menos, una copia de cada archivo. Así, si tienes algún problema, nunca perderás tu trabajo.