Review
Recientemente hemos analizado la alternativa de gama media de Olympus, el FL-600R, y ahora le toca el turno al FL-300R, que es la opción más económica y básica en prestaciones de la marca.
El dispositivo proporciona un número de guía 20 a un ISO 100 y, por tanto, un alcance limitado. Es adecuado para iluminar a pequeñas distancias, por ejemplo, en retratos. Aporta, eso sí, un considerable aumento de la intensidad con respecto a cualquier flash integrado. Concretamente, amplía la potencia casi tres veces, aproximadamente.
Otra estimable mejora, en relación a lo que nos ofrece la cámara, reside en la luz suavizada por rebote que brinda, gracias a su cabezal basculante. Éste se mueve exclusivamente en vertical, girando 30 grados hacia abajo y otros 60 hacia arriba. Lástima que esta rotación no llegue a 90 grados.
Funciona en TTL y manual. En todo caso, sus ajustes se establecen directamente desde la cámara. Asimismo, trabaja como esclavo inalámbrico por infrarrojos. Para esta disposición entrega 2 grupos (A y B) y un único canal.
Olympus ha apostado por la verticalidad en el diseño del modelo. En el frontal ubica el sensor óptico, mientras que el cuadro de mandos está en la parte posterior. Lo componen los interruptores de encendido y de modo remoto (RC), mediante el que podemos elegir el grupo. El panel también incluye un LED para informar del disparo de la unidad y un indicador de carga, que hace las veces de botón de test. Completa los controles un mando, situado en el lateral, destinado a activar el panel gran angular.
Como habrás observado en las imágenes, el acabado del dispositivo es plateado. Por otra parte, se trata de un producto de una gran compacidad y ligereza. Su peso, sin pilas, ni siquiera llega a los 100 gramos.
Su nivel de construcción es aceptable, excepto por su zapata de plástico, ya que hubiese sido preferible una más robusta de metal. Este pie cuenta con un botón de bloqueo para el ajuste a la cámara.
El aparato precisa sólo 2 pilas AAA, lo cual contribuye a que sea aún más liviano. Sin embargo, este tipo de flashes pequeños, alimentados con doble batería AAA, tienen el inconveniente de presentar una velocidad de reciclado y una autonomía reducidas. Este modelo, en particular, tarda en cargarse 5,5 segundos, tras un disparo a la máxima potencia. El valor mejora con el uso de NiMH, bajando a 4,5 segundos. Respecto a su autonomía, la duración es de 80 destellos al tope de intensidad con alcalinas y de 130 con recargables.
El FL-300R integra un modo reposo y suministra un tiempo de flash de 1/500 a 1/20.000. El fabricante recomienda no disparar más de 10 veces seguidas, a intervalos de 6 segundos, para evitar sobrecalentamiento. Esto supone una limitación en algunas situaciones.
Viene acompañado en la caja por un estuche protector y un pie. Además, trae un manual multilenguaje, traducido al español.
Características
- Dimensiones: 5,6 x 8,9 x 2,7 cm.
- Peso: 97 g.
- Número de guía: 20.
- Modos: manual y TTL.
- Maestro: no.
- Esclavo: óptico.
- Cabezal giratorio: vertical (60°).
- Cabezal zoom: no.
- Tiempo de reciclado: 4,5 segundos, con dos pilas recargables.
- Sincronización a alta velocidad: no.
Compatibilidades
Es compatible con las cámaras de Olympus: E‑M1, E‑M1 Mark II, E‑M5 Mark II, E‑M10 Mark II, E‑PL7, E‑PL8 y PEN‑F.
Opinión final

Estamos ante una opción versátil, válida sólo para determinados usos por su acotado alcance. Como inconvenientes están su autonomía y velocidad que, pese a ser restricciones intrínsecas a sus 2 pilas AAA, han sido bastante bien minimizadas por parte de Olympus. No se puede decir lo mismo de su zapata de plástico.
Como ventajas destaca su aptitud para funcionar en TTL y su capacidad para comunicarse vía wireless como esclavo óptico. Otro punto a su favor procede de un reducido tamaño que nos facilita su transporte, puesto que ocupa poco espacio en la mochila e, incluso, puede llevarse en un bolsillo.